Detrás de cada puerta, dentro de cada oficina, se esconden las historias de las mujeres que mueven la Curia Arquidiocesana. Aquí resaltamos las virtudes en cada una de ellas.

Un corazón lleno de alegría 

«Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» (Lc 1,47)

En el área de Tesorería deslumbran los rostros sonrientes de Jessica y Laura. Sus corazones, colmados del gozo del Señor, reflejan la alegría del cristiano, la dicha de quien se sabe infinitamente amado por Dios. Ellas, mujeres de fe, ponen lo mejor de sí mismas en el trato con los demás y se han convertido en espejo vivo de Aquella que llevó en sí misma a quien la fuente de la alegría eterna.

La dulzura de quien todo lo espera

«Hagan lo que Él les diga» (Jn 2,5)

Detrás de las puertas de Contabilidad hay un tesoro escondido; no es plata ni oro, sino el alma de una mujer que con su carisma contribuye con su granito de arena en la construcción del Reino. Muchos podrán pensar que la labor de Maira no va más allá de llevar cuentas; sin embargo, allí, en lo ordinario, lleva con una santa paciencia su quehacer cotidiano, poniendo su cariño y amor a ejemplo de la Virgen María en la santa espera del Niño Jesús.

El tesoro de las almas que perseveran

«Todos perseveraban en la oración con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, madre de Jesús y de sus hermanos» (Hch 1, 14)

Bien se pueden recordar las palabras de San Josemaría Escrivá que se ajustan a la perfección con este equipo de mujeres: comenzar es de todos, perseverar, de santos. Y estas santas mujeres sí que demuestran la tenacidad de quien se mantiene firme en medio de la dificultad. Desde Talento Humano, Eva, Luz y Leda acompañan a María en el Cenáculo con su oración convertida en trabajo, de la mano de sus hermanos y hermanas.

La verdadera dicha del servir en todo

“María permaneció con ella tres meses y se volvió a su casa” (Lc 1,56)

En un rincón de la librería, entre las letras y el conocimiento, Lilibeth desarrolla su quehacer desde la Vicaría de Pastoral. Su rostro amable y su sonrisa sincera son la abundancia de su corazón, en el cual solo está la firmeza y la convicción por el servicio. Ella, tal como la Santísima Virgen María, permanece en el amor y encuentra el motivo de su alegría en donarse a los demás.

Bienaventurados los que trabajan por la paz

“Alégrate, llena de gracia” (Lc 1,28)

Sin duda, la primera impresión se queda grabada en el alma; por eso no es de extrañar que aquel rostro que reciba a los feligreses sea un remanso de paz, como lo es el de Miryam. Desde su lugar de batalla, en la secretaría, combate con las armas de Dios y se ocupa con serenidad a ejemplo de la siempre Reina de la Paz.

El consuelo que nace del corazón

“Junto a la Cruz de Jesús estaba su Madre” (Jn 19,25)

No hay virtud más excelsa que aquella que unió a María a su Hijo en medio de la prueba. Desde la oficina de Cancillería, brilla esta virtud desde el corazón de Doris; quien, a pesar de sus cruces y batallas, sigue mostrando el rostro compasivo y amoroso de María Santísima, demostrando que la verdadera fortaleza consiste en sobrellevar con amor los altibajos de la vida.

A quien mucho se le da, mucho se le pide

“Ahí tienes a tu Madre” (Jn 19,27)

Es semejante a la Virgen quien en lo entrega todo por amor, y, sin lugar a dudas, en el Departamento Jurídico hacen acopio de esta premisa. Paula, Nelis y Joharis se entregan cada día a sí mismas y lo hacen con una sonrisa en el rostro. Verlas a ellas, es contemplar la dulzura angelical que refleja María en aquel momento donde entregó todo lo que tenía: a su Hijo.

Un sí total

“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38)

Un recorrido corto por el bloque B llevará hasta la oficina de Infraestructura, en donde Milena, Geraldin y Erika realizan su labor. Esta dupla lleva el fruto de la mansedumbre consigo, mostrando que la mejor manera de llevar su día a día, es llevando en su corazón el Fiat único de Virgen de Nazaret.

La dicha de custodiar el amor

«Engrandece mi alma al Señor» (Lucas 1, 46)

En un canto jubiloso como el de María, en la oficina para la Cultura del Cuidado el alma se engrandece al contemplar la necesidad de los demás y se llena de gozo al poder ayudarlos, acompañarlos en virtud del amor; proteger, orientar y acompañar desde el rostro de una mujer. Mirna, quien, refleja el compromiso con la construcción de una Iglesia donde la cultura del cuidado florece, es la líder que inspira y guía, la mano amiga que orienta y acompaña, el corazón que palpita con el ritmo de la Iglesia que ama y defiende.

Un servicio silencioso y edificante

“Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Todopoderoso ha hecho obras grandes por mí” (Lc 1,48-49)

Y cómo no dar copiosas felicitaciones a Gilma, Lisbethy Mercy, si son ellas quienes, con su trabajo dedicado y silencioso, sustentan las instalaciones de la Curia. Aquí y allá donde se encuentren, cumpliendo su labor en servicios varios, llaman la atención con su amor y su disposición siempre a construir familia con todos.

Un servicio detrás de cámaras

“María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc 2,19)

Finalmente, y no es para menos, desde el Departamento de Comunicaciones se encuentran escondidos y serenos los rostros de Katia, Yule y Ana; quienes, más allá de las redes sociales, tejen redes de amor y hermandad con todos los fieles de la Arquidiócesis de Cartagena y, por qué no, mucho más allá. A ejemplo de la Mujer del Silencio, guardan con prudencia el tesoro de las palabras para llevar el mensaje de la Buena Nueva a todas las almas.