En la catequesis número 22, dedicada al celo apostólico, el Papa Francisco se inspiró en el testimonio de la Santa Josefina Bakhita, sudanesa nacida en Darfur en 1869 y secuestrada de su familia a la edad de 7 años. Fue esclavizada y vendida a 8 amos, sufriendo constantemente maltratos físicos y morales. Como resultado de estas vivencias, en su cuerpo llevaba más de 100 cicatrices. Según el Santo Padre, la violencia y la maldad “la dejaron sin identidad”, Sin embargo, nunca se desesperó ni lleno su corazón con recelos, pues cuando conoció a Jesús, “se sintió capaz de amar y perdonar como Jesús perdonó a los que lo crucificaron” agrega el Papa.

La catequesis inicia con una breve explicación de la lógica humana, comúnmente una persona herida inicia una búsqueda de venganza como sinónimo de liberación, transformándose en un corazón lastimadoque solo sabe herir a los demás, dice así el Santo Padre, “el oprimido se convierte fácilmente en opresor.” Sin embargo, “la vocación de los oprimidos” como Santa Bakhita, “es la de liberarse a sí mismo y de los opresores convirtiéndose en restauradores de humanidad” porque “solo en la debilidad de los opresores se puede revelar la fuerza del amor de Dios que libera a ambos” agrega. 

La vida cristiana de la Santa Bakhita, según el Papa Francisco, es una invitación a “humanizarnos” a través del amor de Dios y el perdón, a comprender y entender a quienes cometen errores e injusticias, no como portadores de odio sino como seres humanosque merecen ser “compadecidos” y “perdonados” por sus errores, porque «después nosotros seremos perdonados” así dice el Padre, “No olvidar esto: el perdón, que es la caricia de Dios a todos nosotros”.

El testimonio de hoy enseña que la catequesis del celo apostólico “se expresa de gestos de misericordia, de alegría y de humildad”, así como la de santa Bakhita, que nos indica el camino a seguir como hermanos y hermanas. Como comunidad, nos anima a perdonar, a vivir en servicio y comprender el mundo, eligiendo ser libres a través del perdón y el amor de Cristo, dejando el resentimiento y la guerra a un lado, la hipocresía. Porque solo el perdón nos “hace apartar la mirada de uno mismo hacia los otros, para verlos igual de frágiles que nosotros” agrega el Papa. Solo de esta forma sembraremos paz en nuestra alma, familia y comunidad.

Finalmente, el llamamiento que el Pontífice nos hace por medio de la catequesis es orar por la situación de guerras y hambre en el mundo, invitando a todos a ser solidarios con quienes están padeciendo y ayudar a alivianar los sufrimientos de las personas más necesitadas, dejando el terrorismo a un lado, que solo alimenta el odio de la humanidad. 

Aprovechamos como iglesia este sentido mensaje para orar por la situación de Israel y Palestina, recordando aquello que nos une como hermanos, y pidiendo a nuestro padre dador de vida que toque los corazones de quienes hoy se mueven con rencor, dolor y odio para provocar estas guerras sin sentido. En la guerra no hay vencedores, solo vencidos. Necesitamos, como dice el Papa una paz construidasobre la justicia, el diálogo y la valentía de la fraternidad.