• En el año 2017, la ciudad de Cartagena recibió la visita apostólica del Santo Padre, quien dejó profundos mensajes de fe y esperanza.
  • Ha sido grande el legado que el Papa ha dejado en el mundo entero; más aún, en nuestro suelo cartagenero.

La Iglesia Universal se levanta con la noticia del regreso del Papa Francisco a la casa del Padre Eterno. Las primicias de la Pascua han recibido a todos los fieles con el anuncio de la partida del Sumo Pontífice; sin embargo, más allá de luto que embarga a la Iglesia, se encuentra el profundo agradecimiento por el testimonio del Papa en medio del pueblo santo de Dios.
Como lo ha expresado Monseñor Francisco Múnera, arzobispo de Cartagena:
“En el año 2017, la ciudad de Cartagena recibió la visita apostólica del Santo Padre, quien dejó profundos mensajes de fe y esperanza.”
“Ha sido grande el legado que el Papa ha dejado en el mundo entero; más aún, en nuestro suelo cartagenero.”
A este reconocimiento se une también la voz del Cardenal Jorge Enrique Jiménez Carvajal, arzobispo emérito de Cartagena, quien acompañó con fervor aquel histórico momento:
“Francisco fue un Papa cercano, un pastor con olor a oveja. Nos enseñó a mirar al otro con misericordia y ternura, y en su paso por Cartagena, nos dejó un mensaje que sigue resonando: la Iglesia está en salida, y su lugar está entre los pobres.”

El Papa de la humildad
El 13 de marzo de 2013, el cardenal Jorge Bergoglio fue elegido como el primer Papa latinoamericano. Su primer mensaje al pueblo fue “Recen por mí”, un anuncio de lo que serían estos 12 años de pontificado.
Para el año 2017, el pueblo colombiano se llenó de esperanza con la visita apostólica del Papa en territorio nacional. La primera parada fue en Bogotá, donde dirigió un sentido mensaje a todos los jóvenes, el cual resonó en los corazones de todos los presentes, pequeños y grandes: “¡Jóvenes, sueñen, muévanse, arriesguen, miren la vida con una sonrisa nueva, vayan adelante, no tengan miedo!”.
La visita tuvo en cuenta la realidad del pueblo colombiano, brindando mensajes de paz y reconciliación. “Demos el primer paso hacia el otro. Allí comienza la paz”, afirmó el Santo Padre, recordando que el perdón y la misericordia son las vías que prefiere el Señor para liderar todos los procesos de cambio.
El recorrido siguió por las ciudades de Medellín, Villavicencio y aterrizó en Cartagena.
En el ‘Corralito de Piedra’ lo esperaba una multitud de fieles que lo recibieron con cariño y, sobre todo, con expectativa sobre el porvenir de la Iglesia en esta ciudad.
De esta visita quedan los mensajes y actos de esperanza, como el encuentro con Lorenza Pérez, una mujer residente del barrio San Francisco, quien alimenta 85 niños en un comedor comunitario.

El legado de Francisco
Uno de los aportes más significativos del Papa Francisco fue, sin duda, el Sínodo de la Sinodalidad; ese llamado a la Iglesia Universal de caminar juntos en comunión, participación y misión, en un espacio donde todos seamos importantes y cuenten todas las voces.
Desde el principio, la apuesta del Papa fue volver a lo esencial, mirar hacia dentro y examinar ese espacio que Dios ocupa en la vida de cada uno para reencontrarse con aquel primer llamado.
Así, los mensajes del Santo Padre tenían predilección por los apartados y marginados, por los pobres, los enfermos, los niños y jóvenes, los migrantes y los que no tienen voz. En su amplio repertorio de reflexiones y escritos, encontramos la encíclica “Laudato Sí” y la exhortación apostólica “Querida Amazonía”; las cuales hablan sobre el cuidado de la Casa Común y sobre la responsabilidad que tenemos en la construcción de una sociedad más equitativa para todos.
Otra de sus obras destacadas fue “Fratelli Tutti”, la cual va en sintonía con una de sus últimas encíclicas: “Dilexit Nos”. Ambas hablan del amor de Cristo para con su pueblo y la forma en cómo debemos ser imitadores de este amor para con los hermanos, creando lazos de fraternidad y justicia.
Todos estos documentos enriquecen la vida de la Iglesia y de la sociedad, sin embargo, es el último de sus escritos el que marca la ruta de este año 2025. Se trata de la Bula de Convocación al Año Jubilar “Spes non confundit”: la esperanza no defrauda.
“En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana”, reflexionó el Santo Padre.
En este Año Santo de la Esperanza, el Papa Francisco nos invitó a pensar en aquellos que peregrinan con dolor, en búsqueda de un mejor futuro; como los migrantes y los que sufren la guerra. Mirar más allá del propio contexto y fijar la mirada en los que sufren y se encuentran abatidos.

El Santo Padre fue un hombre adelantado a su tiempo, quien, previendo las distintas realidades del mundo, supo dar una respuesta amorosa y asertiva a cada conflicto, mostrando con su testimonio el rostro misericordioso de Dios entre los suyos. Ese fue y siempre será el mejor legado que el Papa Francisco pudo dejar en su peregrinar por esta tierra.