Papa: roguemos por la paz del mundo, con la Virgen de Fátima
(RV).- En su audiencia general del miércoles de la séptima semana de Pascua del Jubileo de la Misericordia – acercándose la Solemnidad de Pentecostés y el 99 aniversario de la primera aparición de la Virgen a los tres pastorcitos – el Santo Padre invitó a los peregrinos de tantas partes del mundo a prepararse con la oración y las obras de misericordia, para recibir al Espíritu Santo: «que Él haga de cada uno de nosotros hijos reconciliados».
Ante la celebración del 13 de mayo, de Nuestra Señora de Fátima, el Papa Francisco invitó a escuchar el ruego de la Madre de Dios y a rezar por la paz en el mundo. Evocando a su amado predecesor San Juan Pablo II, se dirigió en particular a los peregrinos de Polonia:
«El viernes celebramos la memoria litúrgica de la bienaventurada María Virgen de Fátima. En esta aparición, María nos invita una vez más a la oración, a la penitencia y a la conversión. Nos pide que no ofendamos más a Dios. Advierte a toda la humanidad sobre la necesidad de entregarse a Dios, fuente de amor y de misericordia. Siguiendo el ejemplo de San Juan Pablo II, gran devoto de la Virgen de Fátima, pongámonos atentamente a la escucha de la Madre de Dios impetrando la paz para el mundo. Alabado sea Jesucristo».
En su cordial bienvenida a los peregrinos de lengua portuguesa, el Papa saludó en particular a los peregrinos brasileños, con un pensamiento a su amada nación. «En estos días en que nos preparamos a la fiesta de Pentecostés – dijo el Obispo de Roma – pido al Señor que difunda abundantemente los dones de su Espíritu, para que su país en estos momentos de dificultad, proceda por la senda de la armonía y de la paz, con la ayuda de la oración y del diálogo. Que la cercanía de Nuestra Señora Aparecida, que como buena Madre no abandona nunca a sus hijos, sea defensa y guía en el camino»
Haciendo hincapié en que, cuando Dios nos perdona, su misericordia llena nuestro corazón de alegría, el Papa reiteró que el Año jubilar es una invitación a una buena Confesión, para recibir el amor divino. Y renovó su exhortación a vivir el Jubileo Extraordinario redescubriendo la necesidad de las obras de misericordia corporales y espirituales, como alimento de nuestra fe.
«Roguemos a Dios Omnipotente, para que derrame sobre nosotros el Espíritu Santo con sus dones y podamos ser valientes testimonios de Cristo y de su Evangelio, animó asimismo el Obispo de Roma, recordando la Solemnidad de Pentecostés también en sus palabras a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«Queridos jóvenes, les deseo a cada uno de ustedes que sepan reconocer, entre tantas voces del mundo, la voz del Espíritu Santo, que sigue hablando al corazón del que se sabe poner a la escucha. Queridos enfermos, en particular a los huéspedes del Cottolengo de Trentola Ducenta, encomiéndense al Espíritu Santo, que nunca les hará faltar la luz consoladora de su presencia. Y a, ustedes, queridos recién casados – en especial a los matrimonios del Movimiento de los Focolares – les deseo que, en el mundo, sean transparencia del amor de Dios con la fidelidad de su amor y su unión en la fe».
Ya antes de la audiencia general, el Santo Padre había saludado a los enfermos, que siguieron el encuentro desde el Aula Pablo VI, debido a la lluvia que caía de forma intermitente.
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