Una histórica celebración de fe, unidad y esperanza en Cartagena

  • La Plaza de Toros, hoy Plaza de Todos, se volvió a llenar después de seis años con más de 12.000 personas reunidas en torno a la fe, la oración y el encuentro.
  • Más de 1.000 personas se conectaron en vivo desde distintas regiones del país a través de plataformas digitales, gracias a la transmisión ofrecida por la Arquidiócesis de Cartagena

Cartagena vivió este lunes 23 de junio una jornada llena de esperanza. Por más de 6 horas, la Plaza de Todos, fue el punto de encuentro de miles de personas que, en medio de cantos, oración, procesión y alegría, participaron en la Fiesta Arquidiocesana del Cuerpo de Cristo y Jubileo de la Ministerialidad.

Con el lema ¡Vive Cristo, esperanza nuestra !, esta celebración —que no se realizaba en la Plaza de Toros desde 2019— regresó a un espacio emblemático y significativo para la ciudad, un espacio para “todos ”; convirtiéndose así en signo de esperanza, de reencuentro y de vida para la Iglesia cartagenera.

Desde primeras horas de la tarde, miles de personas comenzaron a llegar de las 12 distintas zonas pastorales de la Arquidiócesis de Cartagena, que comprenden parroquias, barrios y comunidades de la ciudad y municipios de Bolívar. Familias, jóvenes, adultos mayores, seminaristas, sacerdotes, religiosas y servidores laicos dieron vida a una celebración llena de espiritualidad, gozo, alegría y por supuesto, la presencia de Cristo presente en el pan .

La jornada incluyó el rezo del Santo Rosario, cantos de alabanza, la entronización de símbolos queridos por los cartageneros —el Sagrado Corazón de Jesús, Nuestra Señora de la Candelaria y el Santo Cristo de la Expiración— y testimonios de esperanza compartidos por representantes de diversas realidades sociales de nuestra ciudad: como el desempleo, la migración, la pobreza, las familias como primer pilar, los jóvenes y los trabajadores de mares y ríos; realidades que desde esta Iglesia particular dieron voces de esperanza.

El momento central fue la celebración eucarística, presidida por Monseñor Francisco Javier Múnera Correa, arzobispo de Cartagena, y concelebrada por el Cardenal Jorge Enrique Jiménez Carvajal, arzobispo emérito, junto a todo el presbiterio arquidiocesano. En sus mensajes, ambos pastores destacaron el gran sentido de esta celebración para el fortalecimiento del tejido social y espiritual de la ciudad.

El Cardenal Jiménez recordó que esta fiesta nació con fuerza en 2005 y ha sido desde entonces un signo visible del caminar de las comunidades católicas en Cartagena. “Cristo vivo en la Eucaristía es el centro de nuestra Iglesia. Esta celebración es una historia de continuidad, de memoria y de fe que no se agota” , expresó.
Monseñor Francisco, por su parte, hizo un llamado a vivir la fe desde el compromiso concreto con los más necesitados. “Cada Eucaristía nos une a Cristo, y desde ahí aprendemos a hacernos ofrenda para los demás. No podemos ser indiferentes al dolor que nos rodea. Esta ciudad necesita cuidado, compasión y solidaridad”, señaló.

Dentro del ritual celebrativo, se realizó la bendición de los ministros, miles de servidores laicos que desempeñan tareas esenciales en la vida pastoral: catequistas, animadores juveniles, proclamadores de la palabra, ministros extraordinarios de la comunión, de la solidaridad, del canto litúrgico, misioneros de esperanza y animadores de pequeñas comunidades. Fue un gesto de renovación espiritual y de envío para continuar sirviendo en medio de los desafíos de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia.
La procesión eucarística final, acompañada por velas encendidas y cantos de adoración, recorrió los cuatro altares preparados por distintas comunidades, cada uno con un mensaje de fe y vida: el amor de Dios, la salvación en Cristo, el llamado a vivir con sentido y la acción del Espíritu Santo en la historia.
Conscientes de que no todos podían asistir presencialmente, la Arquidiócesis de Cartagena ofreció una transmisión en vivo a través de sus plataformas digitales. Más de 1.000 personas se conectaron desde distintos lugares y vivieron desde la distancia esta gran celebración.

Dentro de la realidad de un país en busca de respuestas, reconstrucción del tejido social y caminos de esperanza, la celebración de esta Fiesta Arquidiocesana, demuestra la unidad, la fe y la comunión que aún nos caracteriza.

Desde Cartagena se elevó una sola voz: ¡Cristo vive! Y sigue caminando junto a su pueblo.