El Santo Padre comenzó un nuevo ciclo de catequesis para reflexionar acerca de algunos temas que el Apóstol Pablo presenta en su Carta a los Gálatas, puesto que, como explicó, no sólo permite conocer la vida del Apóstol, sino que invita a profundizar en algunas cuestiones actuales en la vida de la Iglesia. Y al recordar que la semana próxima celebraremos la fiesta de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, Francisco invitó a pedir al Señor, por su intercesión, que nos ayude a abrirnos a su gracia

Libertad, gracia y modo de vida cristiano

Hablando en nuestro idioma, el Papa explicó que esta Carta, por una parte, ayuda a conocer mejor la vida del Apóstol, incluyendo su conversión y su seguimiento de Jesús. A la vez que, por otra parte, nos invita a profundizar en algunas cuestiones importantes que plantea y que, según el Santo Padre, también son actuales hoy en la Iglesia, tales como la cuestión de la libertad, la gracia y el modo de vida cristiano.

San Pablo advirtió un peligro…

Al resumir la vida del Apóstol, el Pontífice destacó que tras fundar algunas comunidades en la región de Galacia, San Pablo advirtió un peligro, puesto que comenzaban “a infiltrarse algunos cristianos provenientes del judaísmo que exponían teorías contrarias, y se presentaban como los únicos poseedores de la verdad, sembrando confusión y división”.

“Lo que nosotros debemos notar es la preocupación pastoral de Pablo que, después de haber fundado estas Iglesias, se da cuenta de un gran peligro que corren para su crecimiento en la fe”

Esas primeras y pequeñas comunidades – prosiguió el Papa – gracias al Apóstol “habían conocido la vida nueva y la libertad en Cristo”, sin embargo, “a partir de ese momento y ante estas críticas y tensiones, su fe comenzó a tambalear”.

Los dueños de la verdad

También hoy, como en aquellos tiempos, algunos presentan el cristianismo como si fueran los ‘dueños de la verdad’, con la tentación de encerrarse en algunas formas y tradiciones del pasado, como posible solución para las crisis

Por esta razón Francisco afirmó que frente a “esta tentación”, la enseñanza que nos da el Apóstol en la Carta a los Gálatas es que “sigamos el camino liberador y siempre nuevo de Jesús crucificado y resucitado” y que:

“Continuemos la vía del anuncio, que se realiza por medio de la humildad y la fraternidad; y que lo hagamos confiados, con la certeza de que el Espíritu Santo siempre actúa y guía a la Iglesia”

Por último, el Papa dirigió sus pensamientos a los ancianos, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, a quienes les dijo:

“Al tiempo que los exhorto a renovar sus propósitos de generoso testimonio cristiano, invoco sobre cada uno la continua asistencia del Señor”

CATEQUESIS COMPLETA –  Introducción a la Carta a los Gálatas

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de un largo itinerario dedicado a la oración, hoy comenzamos un nuevo ciclo de catequesis. Espero que con este itinerario de la oración, hayamos conseguido rezar un poco mejor, rezar un poco más. Hoy deseo reflexionar sobre algunos temas que el apóstol Pablo propone en su Carta a los Gálatas. Es una Carta muy importante, diría incluso decisiva, no solo para conocer mejor al Apóstol, sino sobre todo para considerar algunos argumentos que él afronta en profundidad, mostrando la belleza del Evangelio. En esta Carta, Pablo cita varias referencias biográficas, que nos permiten conocer su conversión y la decisión de poner su vida al servicio de Jesucristo. Él afronta, además, algunas temáticas muy importantes para la fe, como las de la libertad, de la gracia y de la forma de vivir cristiana, que son extremadamente actuales porque tocan muchos aspectos de la vida de la Iglesia de nuestros días. Esta es una Carta muy actual. Parece escrita para nuestra época.

El primer rasgo que se desprende de esta Carta es la gran obra de evangelización realizada por el Apóstol, que al menos dos veces había visitado las comunidades de la Galacia durante sus viajes misioneros. Pablo se dirige a los cristianos de ese territorio. No sabemos exactamente a qué zona geográfica se refiere, ni podemos afirmar con certeza la fecha en la que escribe esta Carta. Sabemos que los Gálatas eran una antigua población celta que, a través de muchas peripecias, se habían asentado en esa extensa región de Anatolia que tenía su capital en la ciudad de Ancyra, hoy Ankara, la capital de Turquía. Pablo dice solo que, a causa de una enfermedad, se vio obligado a pararse en esa región (cfr. Gal 4,13). San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, encuentra sin embargo una motivación más espiritual. Dice que «atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en Asia» (16,6). Los dos hechos no son contradictorios: indican más bien que el camino de la evangelización no depende siempre de nuestra voluntad y de nuestros proyectos, sino que requiere la disponibilidad para dejarse moldear y seguir otros recorridos que no estaban previstos. Entre vosotros hay una familia que me ha saludado: dicen que tienen que aprender el letón, y no sé qué otra lengua, porque irán de misioneros a esas tierras. El Espíritu lleva también hoy muchos misioneros que dejan la patria y van a otra tierra a hacer la misión. Lo que verificamos, sin embargo, es que en su incansable obra evangelizadora el Apóstol había conseguido fundar varias pequeñas comunidades, dispersas en la región de la Galacia. Pablo, cuando llegaba a una ciudad, a una región, no hacía enseguida una catedral, no. Hacía las pequeñas comunidades que son la levadura de nuestra cultura cristiana de hoy. Empezaba haciendo pequeñas comunidades. Y estas pequeñas comunidades crecían, crecían e iban adelante. También hoy este método pastoral se hace en cada región misionera. La semana pasada recibí una carta de un misionero de Papúa Nueva Guinea, me decía que está predicando el Evangelio en la selva, a la gente que no sabe ni siquiera quién era Jesucristo. ¡Es bonito! Se empiezan a hacer pequeñas comunidades. También hoy este método es el método evangelizador de la primera evangelización.

Lo que nosotros debemos notar es la preocupación pastoral de Pablo que es todo fuego. Él, después de haber fundado estas Iglesias, se da cuenta de un gran peligro —el pastor es como el padre o la madre que en seguida se dan cuenta de los peligros para sus hijos— que corren para su crecimiento en la fe. Crecen y vienen los peligros. Como decía uno: “Vienen los buitres a masacrar la comunidad”. De hecho, se habían infiltrado algunos cristianos venidos del judaísmo, los cuales con astucia empezaron a sembrar teorías contrarias a la enseñanza del Apóstol, llegando incluso a denigrar su persona. Empiezan con la doctrina “esta no, esta sí”, después denigran al Apóstol. Es el camino de siempre: quitar la autoridad al Apóstol. Como se ve, esta es una práctica antigua, presentarse en algunas ocasiones como los únicos poseedores de la verdad —los puros— y pretender rebajar también con la calumnia el trabajo realizado por los otros. Esos adversarios de Pablo sostenían que también los paganos debían ser sometidos a la circuncisión y vivir según las reglas de la ley mosaica. Vuelven atrás a las observancias de antes, las cosas que han quedado traspasadas por el Evangelio. Por tanto, los Gálatas, habrían tenido que renunciar a su identidad cultural para someterse a normas, a prescripciones y costumbres típicas de los judíos. Y no solo eso. Esos adversarios sostenían que Pablo no era un verdadero apóstol y por tanto no tenía ninguna autoridad para predicar el Evangelio. Y muchas veces nosotros vemos esto. Pensemos en alguna comunidad cristiana o en alguna diócesis: empiezan las historias y después se termina por desacreditar al párroco, al obispo. Es precisamente el camino del maligno, de esta gente que divide, que no sabe construir. Y en esta Carta a los Gálatas vemos este procedimiento.

Los Gálatas se encontraban en una situación de crisis. ¿Qué tenían que hacer? ¿Escuchar y seguir lo que Pablo les había predicado, o escuchar a los nuevos predicadores que le acusaban? Es fácil imaginar el estado de incertidumbre que animaba sus corazones. Para ellos, haber conocido a Jesús y creído en la obra de salvación realizada con su muerte y resurrección, era realmente el inicio de una vida nueva, de una vida de libertad. Habían emprendido un recorrido que les permitía ser finalmente libres, no obstante su historia fuera tejida por muchas formas de violenta esclavitud, no menos importante la que les sometía al emperador de Roma. Por tanto, delante de las críticas de nuevos predicadores, se sentían perdidos y se sentían inciertos sobre cómo comportarse: “¿Pero quién tiene razón? ¿Este Pablo, o esta gente que viene ahora enseñando otras cosas? ¿A quién debo hacer caso? En resumen, ¡había mucho en juego!

Esta condición no está lejos de la experiencia que diversos cristianos viven en nuestros días. No faltan tampoco hoy, de hecho, predicadores que, sobre todo a través de los nuevos medios de comunicación, pueden enturbiar las comunidades. No se presentan en primer lugar para anunciar el Evangelio de Dios que ama al hombre en Jesús Crucificado y Resucitado, sino para reiterar con insistencia, como auténticos “custodios de la verdad” —así se llaman ellos— cuál es la mejor manera de ser cristianos. Y con fuerza afirman que el cristiano verdadero es al que ellos están vinculados, a menudo identificado con ciertas formas del pasado, y que la solución a las crisis actuales es volver atrás para no perder la genuinidad de la fe. También hoy, como entonces, está la tentación de encerrarse en algunas certezas adquiridas en tradiciones pasadas. ¿Pero cómo podemos reconocer a esta gente? Por ejemplo, uno de los rasgos de la forma de proceder es la rigidez. Ante la predicación del Evangelio que nos hace libres, nos hace alegres, estos son los rígidos. Siempre con la rigidez: se debe hacer esto, se debe hacer esto otro… La rigidez es propia de esta gente. Seguir la enseñanza del Apóstol Pablo en la Carta a los Gálatas nos hará bien para comprender qué camino seguir. El indicado por el Apóstol es el camino liberador y siempre nuevo de Jesús Crucificado y Resucitado; es el camino del anuncio, que se realiza a través de la humildad y la fraternidad; los nuevos predicadores no conocen qué es la humildad, qué es la fraternidad; es el camino de la confianza mansa y obediente, los nuevos predicadores no conocen la mansedumbre ni la obediencia. Y este camino manso y obediente va adelante en la certeza de que el Espíritu Santo obra en todos los tiempos de la Iglesia. En definitiva, la fe en el Espíritu Santo presente en la Iglesia, nos lleva adelante y nos salvará.


Saludos:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española, que son tantos hoy. Pidamos al Señor, por intercesión de los santos apóstoles Pedro y Pablo, que celebraremos la próxima semana, que nos ayude a abrirnos a su gracia, para poder ver, juzgar y actuar desde la verdad y la libertad que proceden del encuentro con Cristo. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.


Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Comenzamos hoy un nuevo ciclo de catequesis. Deseo que reflexionemos juntos sobre algunos temas que el apóstol Pablo presenta en su Carta a los Gálatas. Esta carta, por una parte, nos ayuda a conocer mejor la vida del Apóstol, su conversión, su seguimiento de Jesús. Por otra parte, nos invita a profundizar en algunas cuestiones importantes que él plantea —y que son muy actuales también en la Iglesia de hoy—, como la libertad, la gracia y el modo de vida cristiano.

Después de haber fundado algunas pequeñas comunidades en la región de Galacia, san Pablo advirtió un peligro, ya que comenzaron a infiltrarse algunos cristianos provenientes del judaísmo que exponían teorías contrarias, y se presentaban como los únicos poseedores de la verdad, y sembraban confusión y división. Aquellas primeras comunidades, gracias al Apóstol habían conocido la vida nueva y la libertad en Cristo, sin embargo, ante estas críticas y estas tensiones, su fe comenzó a tambalear.

También hoy, como en aquellos tiempos, algunos presentan el cristianismo como si fueran los “dueños de la verdad”, con la tentación de encerrarse en algunas formas y tradiciones del pasado, como posible solución para las crisis de hoy. Frente a esta tentación, la enseñanza que nos da el Apóstol en la Carta a los Gálatas es que sigamos el camino liberador y siempre nuevo de Jesús crucificado y resucitado; que continuemos la vía del anuncio, que se realiza por medio de la humildad y la fraternidad; y que lo hagamos confiados, con la certeza de que el Espíritu Santo siempre actúa y guía a la Iglesia.