No es solo una joya arquitectónica, de hace 400 años, declarada Monumento Nacional en 1995, muestra de la próspera economía de España en la época de la Colonia; es también -la casa de Dios- y como tal debe lucir bella, inspiradora a los feligreses, fuerte para dar cobijo a los necesitados de apoyo espiritual y garante de un momento tranquilo para orar.

Argumentos de sobra hay para restaurar la Catedral Basílica Metropolitana de Santa Catalina de Alejandría en Cartagena de Indias argumenta el arzobispo Jorge Enrique Jiménez, quien en el  2000 emprendió una cruzada que aún no cesa para conseguir los recursos que requiere devolverle el brillo al templo.

La Catedral, una de las sedes episcopales católicas más antiguas del mundo, permanecerá cerrada en esta época de Navidad y Fin de Año. En enero de este 2016 se suspendieron los servicios a los devotos para dar paso a la tercera fase de la restauración en la que se programó la recuperación de la Torre, de la Capilla del Sagrario y de la cubierta de la nave central. A la fecha se han invertido más de $1.340 millones de pesos obtenidos mediante préstamos bancarios que el mismo monseñor ha gestionado, y resta por hacer un 5% de los trabajos, que demandan de otros $1.146 millones, los cuales están prometidos por la Gobernación de Bolívar, pero hasta el momento no ha habido movimiento de desembolso.

Levantada frente al Palacio de la proclamación, su construcción tardó 35 años, de 1577 a 1612. Ha sobrevivido no solo a reiterados ataques de piratas sino a las agresiones del tiempo y a plagas como el comején. Es un ícono religioso y también un enorme atractivo turístico que sobresale en el Centro Amurallado por la belleza de su cúpula y la iluminación que la resalta durante las noches.

Desde comienzos de siglo, las obras de restauración de la Catedral se han hecho consecuentes al deseo de los donantes. La primera fue la reparación del retablo, donado por Restauradores sin Fronteras; le siguió la restauración de los bienes muebles hecha por el grupo Conservar y posterior a eso, la reconstrucción de los pisos, del altar mayor, del púlpito de mármol y la consolidación y limpieza de los muros internos y externos regalada por el empresario Carlos Mattos, presidente de Hyundai Colombia y ejecutada por la firma Vélez Santander dirigida por Angelina Vélez Naar, quien fue por dos décadas gerente de la Arquidiocesis de Cartagena y es además arquitecta restauradora.

Angelina y su hijo Mateo son también los responsables de este tercer momento de renovación al que está sometida la Catedral. Cada paso lo tienen documentado. La evaluación fitosanitaria previa que se hizo con ayuda de una grúa especial ingresada al templo en octubre de 2014 arrojó que de los 190 maderos que formaban la cubierta central sólo uno estaba en buen estado. El peligro de un desplome era evidente, estaban podridos y carcomidos por el comején; además para sorpresa de todos se encontró una sobrecubierta construida encima del techado original, pero sin los respectivos amarres lo que afectaba los muros de la edificación inclinándolos hacia afuera. La torre presentaba también un deterioro de envergadura, la sobre elevación en concreto tenía escoriaciones por la oxidación del hierro y las escaleras del segundo tramo “exigían” un cambio; el pináculo de la cruz y el cimborrio tenían unas grietas profundas que representaban un riesgo inminente y los osarios habían colapsado por lo que debieron ser trasladados al altillo de la nave lateral derecha tras una organizada disposición por identidad y fecha de fallecimiento de la persona.

“Ha sido un trabajo dispendioso en el que hemos tenido absoluto cuidado para proteger los pisos, el retablo y los bienes muebles que habían sido restaurados con anterioridad. El Ministerio de Cultura nos ha hecho cuatro visitas en las que ha respaldado nuestro trabajo y nos ha dado el visto bueno para seguir adelante”, recalca Angelina.

Durante el año en el que se han realizado los trabajos la Catedral se ha convertido en un gran taller de carpintería y albañilería. Andamios, bateas de mezcla, piscinas inmunizantes de madera, motosierras, clavos, martillos y cualquier otro elemento requerido para la obra se encuentran allí.

Articulo de EL UNIVERSAL / Cortesía