Desde los albores de la civilización, la palabra, representada esta en su modalidad hablada o escrita, se ha perfilado como el dispositivo fundamental para el desarrollo de las relaciones humanas, y eso es así en tanto que ningún tipo de revelación inteligente podría originarse entre las personas sin la preexistencia de un sistema codificado de símbolos que posibiliten la comunicación.

No obstante lo expresado, si bien es cierto que la capacidad para desarrollar cualquier ejercicio comunicativo es fundamental para el éxito de todos nuestros empeños, no lo es menos que las principales razones que tuvieron en cuenta los miembros del Instituto Cervantes para instituir que todos los veintitrés de abril desde 1.926 fueran denominados como el Día del Idioma, son dos. Primera: precisamente en una fecha como esa feneció en Madrid, España, el autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra, también conocido con el seudónimo de el manco de Lepanto, y segunda, que comprendiendo que el idioma Español es uno de los valores más relevantes de nuestra identidad, sus hablantes nos motivemos a cuidarlo y a promover su sana utilización.

Por otra parte, y ya sumergidos en el contexto de la cristiandad, se hace necesario además, celebrar la benevolencia y la sabiduría de Dios, nuestro Señor, que interesadísimo en revelarnos su proyecto de salvación, nos habla a los hombres de un modo sencillo y entendible, utilizando todos los lenguajes y géneros literarios identificables en las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Santa Madre Iglesia Católica.

Finalizando, no me queda otra cosa que exclamar que viva nuestro idioma, esa estimada lengua que ha dado a luz a tantas obras literarias y científicas dignas de valoración, y también que viva Cervantes, Vargas Llosa y que viva el gran Gabo, todos loables exponentes del oficio de escribir bien.

Por Julio Morelos Nassi, Comunicador Social