Un lugar chiquito, la vida pequeña y los derechos humanos.
Esta última semana mucho se ha escrito sobre la “programación de la muerte” de una joven estadounidense que padecía una enfermedad terminal. Estas cuestiones nos empujan a planteos teóricos que conllevan involuntariamente a un vértigo psico-socio-emocional ante decisiones en las que no hay vuelta atrás.
Con la misma fuerza leemos (¿nos sorprendemos?) en las noticias sobre casos de jóvenes madres que afrontan ─aun en contextos absolutamente adversos─ la irrupción extraordinaria de la vida y le dan para adelante encontrando esperanza en la vida pequeña, en el abrazo de la familia, los amigos, las instituciones que contienen y acompañan.
¿Podemos llegar a imaginar siquiera lo que sucede en los corazones de las personas que atraviesan tanta monocorde opción de límite definitivo, tanto abismo existencial? ¿Hacemos un esfuerzo por situarnos en esas coordenadas que llevan a pensar en la muerte como único horizonte? ¿Expresamos con plenitud la opción única y originalísima que representa elegir la vida una y otra vez, “aunque vengan degollando”?
La Iglesia de América latina y El Caribe (y la de todo el globo) ama la vida: la grande, la mediana, la pequeña. Hay un amor sin tamaños ni selecciones por la vida. Simplemente hay amor por toda vida. Ese amor se manifiesta con presencia concreta, compromiso real y cotidiano en lugares ocultos, negados o silenciados; ante el miedo y la soledad; ante la pequeñez de una vida que es todo promesa y ante nuestros ancianos que nos prepararon para vivir nuestro presente. La recta de la vida no es solo una unión teórica de puntos vitales: son vidas, unas y otras latiendo aquí y allá con libertad.
Hay un lugar chiquito en el que puede anidar un pichón de amor, un pedacito de cielo, una caricia de esperanza. El corazón del hombre quizás parezca un lugar chiquito. Sin embargo, desde ese lugar chiquito ──lugar de la fe y el amor que Dios tiene por todo hombre y mujer, no importan sus proporciones── es que brotan las obras más maravillosas del ingenio humano.
El Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium nos dice:
“Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno (…) Precisamente porque es una cuestión que hace a la coherencia interna de nuestro mensaje sobre el valor de la persona humana, no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente honesto al respecto. Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o «modernizaciones». No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana”.
Se trata de esto: visibilizar lugares chiquitos, vidas pequeñas, derechos humanos.
Vayamos a algunas de las notas que componen el sumario de nuestra edición N° 48 de NOTICELAM:
– Los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, México, provocaron pronunciamientos de los obispos de la región eclesiástica de Acapulco, de la Conferencia Episcopal de México y de las Comunidades de Base locales. Del 4 de noviembre al jueves 6 de noviembre, Jornada Ecuménica de 43 horas de ayuno y oración por los 43.
– El V Simposio de Teología India emitió un documento final y un mensaje en el que recoge propuestas y aportes ante el tema nucleador: La revelación de Dios a los pueblos originarios.
– En Chile, el próximo 8 de noviembre se invita a la 11° Peregrinación Juvenil a Puquillay.
– Monseñor Fernández Guillén cuenta su experiencia en el reciente Sínodo de la Familia
Destacamos las designaciones episcopales del continente que llevan mucha alegría a sus comunidades: En Perú, el Robert Francis Prevost OSA es el nuevo obispo de la diócesis de Chiclayo. El Obispo Peter F. Christensen ejercerá el ministerio episcopal en Boise City, Oklahoma, EE.UU. Monseñor Adolfo Uriona pasó a Villa de la Concepción del Río Cuarto en la provincia de Córdoba, Argentina. El reverendo Carlos Enrique Trinidad Gómez fue designado como obispo de San Marcos en Guatemala. Y en Brasil el Obispo Milton Kenan Júnior pasará a ser el nuevo obispo de Barretos y el Obispo Joao Josè da Costa, O.Carm., pasó a ser obispo Coadjutor de Aracaju.
Nos unimos a las oraciones por los jóvenes desaparecidos en Ayotzinapa.
Cortesía del Celam, 06/11/2014
www.celam.org
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