Nacido en Cartagena, el día 19 de octubre de 1.943. Formado en el seminario regional Juan XXIII de Barranquilla y por los padres Jesuitas, de quienes fue alumno y huésped tanto en la Universidad Javeriana de Bogotá como en el claustro San Pedro Claver de Cartagena, quienes le tenían mucho aprecio.

Era muy servicial. En el seminario hacía de enfermero y aprendió a aplicar inyecciones. Se ofrecía para cualquier servicio humilde. En sus viajes llevaba encomiendas para sus compañeros, por lo cual su equipaje era tan abundante que el mismo se llamaba “Winston Paquetes”.

Ejerció el diaconado en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes en Bogotá y en vacaciones iba en misión a San Basilio de Palenque. Era muy estimado por personas de distintos estratos sociales.

Ordenado presbítero el 5 de diciembre de 1.975 en la Catedral de Cartagena, fue destinado a la parroquia de Santa María del Rio con sede en Calamar. 

Después fue enviado a la parroquia Santa Lucía del municipio de El Guamo, donde empezó su labor en la docencia. Allí logró separar las fiestas patronales de las corridas de toros.

Con espíritu de emprendimiento y celo pastoral impulsó su apostolado con obras de evangelización, de pastoral social y de construcción en los siguientes barrios de Cartagena donde fue párroco: Cristo Salvador en el barrio Los Jardines; María Madre de los pobres en el barrio El Educador y Maríade Nazaret en el barrio La consolata, de la cual egresó como emérito.  También ejerció en la Parroquia María Milagrosa en el barrio Almirante Colón.

Alternaba su ministerio parroquial con la docencia en la Institución Educativa Nuestra Señora del Carmen, donde alcanzó su jubilación.

Mostraba poco interés en el celular y en el mundo digital. Prefería la comunicación en forma sencilla y personal.  Disfrutaba de las reuniones del clero y de las bromas que algunos le hacían. Recitaba con mucho arte y devoción poemas religiosos.  Le molestaba oír hablar mal de cualquier persona. Era admirador de San Francisco de Asís y de las Hermanas Franciscanas.

Sus últimos días los pasó en Betania, Casa de Descanso.  Allí compartía el Santo Rosario con otros residentes y les celebraba la Eucaristía. Su salud comenzó a agravarse por lo cual fue internado en la unidad de cuidados intensivos de la Clínica Madre Bernarda.

Finalmente el día 28 de marzo, con su equipaje de bondad y servicio, su celo apostólico y    las lágrimas y oraciones de sus allegados partió para la eternidad. 

Padre Sahabel Porto Herrera.