La Iglesia Católica del Caribe Colombiano, sus Obispos, sus vicarios de pastoral, las Pastorales Sociales, la Red Nacional de Programas de Desarrollo y Paz, los Programas de Desarrollo y Paz del Caribe Colombiano, nos hemos reunido en la ciudad de Barranquilla los días 26, 27 y 28 de agosto para asumir los sufrimientos y las esperanzas que, en el camino de la reconciliación y la paz, experimentan sus pueblos, sus familias y todos los hombres y mujeres del Caribe Colombiano.

Vivimos tiempos difíciles y caóticos manifestados en el desprecio al valor fundamental de la vida expresado de múltiples formas: la fatiga que todos sentimos por un prolongado conflicto armado; el fortalecimiento de la capacidad militar de los violentos y organizaciones criminales; el flagelo del narcotráfico; las polarizaciones que se desatan en nuestra sociedad y que son generadoras de lógicas de amigo-enemigo; el creciente deterioro de nuestra casa común y la corrupción, tanto pública como privada, han desdibujado los horizontes de construcción de una nueva Sociedad reconciliada y en paz como deseo unánime de un proyecto de región.Obispos siembran esperanza de Reconciliacioìn y Paz

No menos graves son los problemas que hoy experimentamos en el Departamento de la Guajira con una fuerte sequía y desnutrición que golpean las familias más pobres, así como la expulsión, escandalosa e infame, a que muchos de nuestros connacionales han sido sometidos por parte del gobierno de Venezuela generando problemas de hondo calado en nuestra región fronteriza. A ellos nuestra oración y solidaridad en la hora presente.

Al finalizar nuestro encuentro de tres días, nos comprometemos:

1. A trabajar, inspirados en los valores del Evangelio, por la reconciliación y la paz, como el mejor camino que hace posible el proyecto de Dios para nuestras comunidades.

2. A fortalecer nuestras organizaciones y los procesos educativas que contribuyen a una cultura de la reconciliación y la paz; a impulsar espacios y escenarios de construcción de lo público con amplia participación ciudadana; a contribuir en el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestras comunidades y a fortalecer la reconciliación social, centrada en la verdad, que no se puede ocultar ni deformar, en la justicia que hace posible la recuperación plena de todos los derechos y en el amor y la misericordia que nos abren al horizonte del perdón.

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3. Impulsaremos el sueño de una región caribe desde nuestra alegría, nuestra riqueza natural y nuestra pluralidad étnica; viviremos esta cultura de la reconciliación y de la paz en comunión con Dios, con los demás y con la naturaleza; en la práctica de los valores de la armonía, el diálogo, el perdón, la confianza y la misericordia; promoveremos los derechos humanos, la verdad, la justicia y la reparación y contribuiremos en la reconstrucción del tejido social de manera participativa e incluyente. 

4. Hacemos nuestras las palabras del Papa Francisco: «Ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, se lavan las manos para poder continuar con su vida. Otros entran de tal manera en el conflicto que quedan prisioneros, pierden horizontes, proyectan en las instituciones las propias confusiones e insatisfacciones y así la unidad se vuelve imposible» Pero hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso. «¡Felices los que trabajan por la paz!! (Mt 5,9). Evangelii Gaudium #227

Que Nuestra Señora, que peregrina en el caribe, nos acompañe en todos nuestros esfuerzos y realizaciones por la reconciliación y la paz.

Barranquilla agosto 28 de 2015, en la fiesta de San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia.

Cortesía: Arquidiócesis de Barranquilla