Apreciados hermanos y hermanas, muy buenos días.

El Evangelio de San Juan presenta a Jesús con imágenes originales y bellas; quiere que sus lectores descubran que solo Él puede responder plenamente a las necesidades más fundamentales del ser humano. Jesús es “el pan de la vida” (Juan 6,35); quién se alimente de Él no tendrá hambre. Jesús es “la luz del mundo” (Juan 8,12); quien le siga, no caminará en la oscuridad. Jesús es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14,6); nadie va al Padre sino es por Él. Jesús es “la vid verdadera”; Él poda los sarmientos que dan frutos, para que den aún más. Jesús es “la puerta” (Juan 10,9); quien entra por Él se salvará. Jesús es “el Buen Pastor” (Juan 10,11); que da su vida por sus ovejas. De esta manera el Evangelio de San Juan nos da un acceso muy interesante, para descubrir quién es Jesús para cada uno de los discípulos que hemos puesto nuestra confianza en Él. Esta síntesis apretada de lo que nos revela Jesús sobre sí mismo, son de una gran riqueza para meditar en estos días de “encierro”.

Quiero fijarme un momento sobre las dos revelaciones que nos ofrece el Evangelio de este día; “Yo soy el Buen Pastor” y “Yo soy la puerta”.

“Yo soy el Buen Pastor”. Así lo sentían los primeros cristianos. La figura de Jesús, Buen Pastor, se convirtió muy pronto en la imagen más querida de Jesús. Ya en las catacumbas de Roma se le representa cargando sobre sus hombros a la oveja perdida. Nadie está pensando en Jesús como un pastor autoritario, dedicado a vigilar y a controlar a sus seguidores, sino como un Pastor bueno que cuida de sus ovejas. El Pastor bueno se preocupa de sus ovejas. No las abandona nunca. No las olvida. Vive pendiente de ellas. Está siempre atento a las más débiles y enfermas. Las ovejas oyen su voz y Él las llama por su nombre. Le gusta caminar delante de ellas y ellas le siguen, porque reconocen su voz. “Yo soy la puerta”, el que entra por la puerta es el pastor del rebaño y abre la puerta a sus ovejas. Quien entra por ella se salvará; podrá entrar y salir y encontrar pastos; es la “puerta” de acceso al Padre, por medio de Jesús podemos llegar a Él y especialmente a su corazón; Jesús nos revela quien es su Padre y nuestro Padre.

Queridos hermanos Sacerdotes, “Jesús Buen Pastor”, es el paradigma de aquel que nos llamó al ministerio presbiteral, nos agregó al Presbiterio Arquidiocesano de Cartagena y nos hizo una comunidad sacerdotal. En Él tenemos que poner cada día nuestros ojos y nuestro corazón. Es nuestro Maestro, a Él tenemos que imitar y seguir. Él nos enseña a ser pastores. Él nos enseña a ser cercanos y a entregar la vida por las ovejas; nos enseña a conocer a cada una de las ovejas, a llamarlas por su nombre; a buscar las extraviadas y a volverlas a llevar al redil. Es decir, nos enseña a entregar 24 horas de cada día a acompañar las ovejas. Y a mostrarles “la puerta” por donde pueden acceder, con seguridad, a Dios, nuestro Padre. Y este aprendizaje Jesús no solo lo facilita a los Obispos y a los Presbíteros sino también a todos aquellos y aquellas que tienen un servicio de pastoreo en la familia, en la Iglesia, en la sociedad, como son los religiosos, las religiosas, los padres y las madres de familia, los diáconos y los animadores de las pequeñas comunidades eclesiales que se están multiplicando entres los adultos y los jóvenes en la Iglesia Arquidiocesana de Cartagena.

Y gracias sacerdotes, por todo lo que hacen en nuestra Iglesia. Conozco personalmente, mucho de su generosidad y de su entrega. Conozco de sus esfuerzos y también de sus limitaciones. Hoy quiero decirles en nombre de toda la Iglesia de Cartagena: ¡Dios les pague! Y estoy muy seguro de que nuestro Padre Dios les pagará el ciento por uno. Perdónenme si alguna vez he sido molesto para alguno de ustedes. Soy limitado como tantos.

¡Y ánimo, queridos sacerdotes! Al llegar a los 52 años del ministerio presbiteral y 78 años de edad puedo decirles, con todo el corazón, que he sido feliz. Y que vale la pena entregar nuestra vida, día a día, “al modo de Jesús”.

También quiero dirigir una palabra a los jóvenes de la Arquidiócesis de Cartagena, hombres y mujeres. Si Jesús te ha dado signos de que te invita a entregar la totalidad de la vida al servicio a los demás, no les de miedo. ¡Vale la pena! Mucho más que los está llamando en el momento en que con toda seguridad iniciamos una nueva etapa de vida en el mundo. Y para esto se van a requerir: creatividad, audacia y capacidad de soñar un mundo nuevo y una Iglesia nueva. Y ustedes son los jóvenes precisos, para asumir esta formidable tarea. A todos los invito a que oremos “al dueño de los campos para que envié obreros a su mies” (Mt 9, 38).

Apreciados hermanos y hermanas, de nuevo felicitaciones para todos los que tienen un servicio de pastoreo en nuestra Iglesia. Los aprecio mucho y oro por ustedes. No se olviden de orar por mí.  

Cordial y fraternal saludo.

Su Obispo: + Jorge Enrique Jiménez Carvajal, Arzobispo de Cartagena.

Cartagena, domingo 3 mayo, fiesta del Buen Pastor.