1. Ante la dolorosa situación del grupo de inmigrantes, cada vez más numeroso, que ha venido llegando a la Zona de Urabá, los pastores de la Iglesia manifestamos nuestro dolor y honda preocupación por las dificultades y sufrimientos por los que están atravesando tantos hermanos y hermanas, provenientes de diversos países, especialmente de Cuba y Haití.
  1. Con las mismas palabras del Papa Francisco, recordamos a los colombianos que “los inmigrantes son nuestros hermanos y hermanas que buscan una vida mejor lejos de la pobreza, del hambre, de la explotación y de la injusta distribución de los recursos del planeta…”; que debemos mirarlos “no solamente en función de su condición de regularidad o de irregularidad, sino sobre todo como personas que, tuteladas en su dignidad, pueden contribuir al bienestar y progreso de todos” (Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2016).
  1. Reconocemos y agradecemos los ingentes esfuerzos de la Diócesis de Apartadó para acoger y atender, en cuanto le es posible, las necesidades más urgentes de estos inmigrantes.
  1. Exhortamos al pueblo colombiano a acabar con cualquier forma de indiferencia frente a esta situación migratoria que, por el contrario, debe interpelar nuestros modos de vida e impulsarnos a la acogida y a la solidaridad.
  1. De manera especial, invitamos a los fieles católicos a actuar la fe, la esperanza y la caridad que permiten reducir las distancias que nos separan de los dramas humanos, a mirarlos con ojos de misericordia y a promover una cultura del encuentro: “Jesucristo espera siempre que lo reconozcamos en los que sufren; nos llama a compartir con ellos nuestros recursos y, en ocasiones, a renunciar a nuestro bienestar” (Para Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2015).
  1. Hacemos un llamado a la Comunidad Internacional para que, frente a ésta y a todas las situaciones semejantes, no deje de pensar en los mejores modos para resolver las problemáticas migratorias, asegurando el respeto a los derechos humanos de las personas comprometidas y haciéndoles sentir la cercanía, la solidaridad y la ayuda efectiva de las comunidades. Hoy se hace necesario poner en marcha iniciativas coordinadas entre los gobiernos para actuar en profundidad y resolver eficazmente los problemas migratorios.
  1. A nuestros queridos Hermanos y Hermanas inmigrantes los invitamos a mantener viva la esperanza. Los tenemos vivamente presentes en nuestras oraciones; encomendamos sus necesidades, anhelos y esperanzas a la protección maternal de María Madre, Reina de la Misericordia.

+ Óscar Urbina Ortega

Arzobispo de Villavicencio

Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia

Bogotá, D.C., 4 de agosto de 2016