El grito “ALELUYA, RESUCITÓ” cuando se guarda como signo de fe, esperanza y amor resonará, sin duda, con júbilo para el gozo de la humanidad entera.

Así podríamos describir lo vivido por los jóvenes de nuestra Arquidiócesis en las tres peregrinaciones juveniles, programadas cada año por la Comisión Arquidiocesana de Pastoral Juvenil. Este año, las comunidades de las zonas rurales 9 y 7 vivieron su experiencia en los municipios de Calamar el 26 de marzo (martes santo) y en Clemencia el 27 de marzo (miércoles santo), respectivamente. Por su parte, las zonas urbanas y la zona 8, como es tradicional, tuvieron su cita en el Cerro de la Popa de la ciudad de Cartagena el sábado santo, 30 de marzo.

En esta Semana Santa, el recorrido organizado por los jóvenes en un itinerario de 14 pasos hizo énfasis en la Carta del apóstol san Pablo a los Corintios y en el año de la fe convocado por nuestra Iglesia Universal, resaltando de manera especial el lema “Somos el Cuerpo de Cristo” (Cfr. 1 Co 12, 27).

En esta ocasión, acompañó también en cada uno de los lugares de encuentro una “Cruz peregrinante” de aproximadamente 3mts de altura, en la que cada joven plasmó su nombre como parte del “Cuerpo de Cristo”.
En los referidos encuentros se contó con la participación aproximada de 400 jóvenes en Calamar, 350 en Clemencia y 2500 en el Convento Nuestra Señora de la Candelaria de la Popa, y con el acompañamiento de nuestro señor Arzobispo Monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, del padre Alexánder Peñate García (delegado de pastoral juvenil) y de otros sacerdotes y seminaristas de la Arquidiócesis.

Estas tres experiencias, que parten de la propuesta de realizar anualmente una aplicación de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en cada diócesis del mundo, nos muestran una juventud arquidiocesana que crece en número, en alegría, en comunión y sobre todo en fe.

De esa manera, podemos dar verdadero testimonio del grito de júbilo “ALELUYA, RESUCITÓ” que sale de lo más íntimo del corazón de los jóvenes, de nuestras parroquias, en su encuentro personal con el dueño de la Vida; y que acrecienta el compromiso de evangelización con aquellos que son los “Centinelas del mañana”, tal como los llamaba el Papa Juan Pablo II, quien instituyó la Jornada Mundial de la Juventud.
Así que jóvenes que se mantuvieron “a la espera de la Resurrección”, nos ha llegado la hora de gritarle al mundo: “ALELUYA, EL SEÑOR RESUCITÓ”.

Por Caled Torres, Seminarista
@caledtp

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