Encuentro Arquidiocesano de Pequeñas Comunidades Eclesiales 2019

Un Decálogo es un  conjunto de diez principios o normas que son considerados como básicos para el ejercicio de buenas prácticas en la vida en general o en un aspecto de nuestra vida, en este caso de la Esperanza Cristiana.

1. Una Sociedad necesitada de Esperanza. Son muchos los rasgos sombríos que caracterizan el momento actual, pero, probablemente, la constatación más grave es precisamente Ia crisis de Ia esperanza. Alguien ha podido decir que “el siglo XX ha resultado ser un inmenso cementerio de esperanzas”.

Cuando no se espera nada del futuro, lo mejor es vivir al día y disfrutar al máximo del momento presente. Es Ia hora de buscar la salida del escape que la cultura de hedonismo y el pragmatismo nos puede ofrecer ahora mismo. Si el hombre moderno estaba obsesionado por la producción. El postmoderno lo está por el consumo.

2. La esperanza es algo constitutivo en el ser humano, para el hombre y para la mujer, vivir es caminar hacia un futuro, su vida es siempre búsqueda de algo mejor. La persona humana no sólo tiene esperanza, sino que vive en la medida en que está abierta a la esperanza y es movida por ella. Por eso, cuando en una sociedad se pierde la esperanza, el horizonte se oscurece, la convivencia entra en crisis y la vida misma corre el riesgo de degradarse.

3. Nuestra esperanza tiene un nombre: Jesucristo. Se funda en un hecho: su resurrección. Todo lo que se encierra en la esperanza del cristiano, “capaz de esperar contra toda esperanza”, nace de Jesús, Crucificados por sus adversarios, pero resucitado por Dios. Sólo desde Cristo Resucitado, se nos revela un futuro último seguro: la humanidad puede esperar, los hombres y las mujeres podemos esperar, el camino puede llevar al ser humano a una verdadera plenitud.

4. La Iglesia juega un papel muy importante en la esperanza. Tiene hoy la responsabilidad de la esperanza, antes que a nada. La Iglesia ha recibido la misión de ser testigos del futuro de Cristo. “Antes que el lugar de culto público” y “antes que instancia moral”, la Iglesia ha de entenderse a sí misma como comunidad de esperanza. Su primera misión es despertar en el mundo la esperanza. La Iglesia está en medio de la historia para que la comunidad no camine sin esperanza. Y si la Iglesia, se deja tocar por el desaliento, la cobardía o la mediocridad, no tiene fuerza para generar esperanza en el mundo. Y en esa misma medida estaría defraudando su misión. Pues la misión hoy realiza su servicio tan solo si contagia la esperanza a los hombres y a las mujeres.

5. Lo que busca la misión permanente en la Arquidiócesis es “Abrir Caminos de Esperanza”. Este aspecto pertenece a la identidad del discípulo misionero, de las pequeñas comunidades, de las parroquias y de toda Iglesia Arquidiocesana de Cartagena. Solamente si somos capaces de abrir caminos de esperanza nuestra misión en el mundo actual logrará su verdadero objetivo. Y si los esfuerzos de evangelización que estamos realizando no logran éste fruto, nuestra Iglesia se parecerá a tantas otras instituciones que existen a nuestro lado y que son estériles en el camino de la esperanza.

Jesús está vivo en cada Comunidad: Dios Padre, por medio de Jesús comunica vida a la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, lo hace a través de la Resurrección de su Hijo y por eso ha resucitado a Jesús, quien es vida plena para todos.

6. ¡Ven, Señor Jesús!: La plena comunión con Dios se realiza en el momento en que asumimos el plan maravilloso de Jesucristo. La cultura de la esperanza la viven los Discípulos Misioneros que se esfuerzan diariamente por vaciarse de sí mismos, para abrazar la propia historia, personal y comunitaria, como una epifanía del proyecto de Dios, escrita con los testimonios de los fieles que claman a Dios: ¡Ven, Señor Jesús!

7. Hemos escuchado repetidamente en el libro del Apocalipsis este mensaje: “mira que hago un mundo nuevo” (21, 5). La esperanza cristiana se basa en la fe en Dios, que siempre crea novedad en la vida del hombre, y también en el cosmos. Nuestro Dios es el Dios que crea novedad, porque es el Dios de las sorpresas. No es cristiano caminar con la mirada dirigida hacia abajo, sin levantar los ojos hacia el horizonte. Como si todo nuestro camino se apagase aquí en el palmo de pocos metros de viaje; como si en nuestra vida no hubiese ninguna meta y ningún desembarque, y nosotros estuviésemos obligados a un eterno vagar, sin alguna razón para nuestras muchas fatigas. Esto no es cristiano.

8. El libro del Apocalipsis, nos muestra el camino último del creyente: la Jerusalén del cielo, la Jerusalén celestial. Es imaginada ante todos como una inmensa tienda, donde Dios acoge a todos los hombres y las mujeres, para habitar definitivamente con ellos (Apocalipsis 21, 3) y ésta es nuestra esperanza. ¿Y qué hará Dios, cuándo finalmente estemos con Él? Usará una ternura infinita con nosotros, como un padre que acoge a sus hijos que durante mucho tiempo han fatigado y sufrido. Juan, en el apocalipsis, profetiza: “esta es la morada de Dios con los hombres… Él enjugará toda lagrima de sus ojos, y no habrá muerte, ni habrá llantos, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado… mira que hago un mundo nuevo” (21, 3-5). ¡El Dios de la novedad!

9. La Jerusalén del cielo está abierta, porque tan grande es su resplandor que todos los que la descubren caminan hacia a ella, Jesús es la luz del mundo, nuestra esperanza da vida y sostiene a todos los Discípulos Misioneros que vivimos en comunidad. “la ciudad no necesita que la ilumine el sol ni la luna, porque la ilumina la Gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero”. (Apocalipsis 21, 23)

10. Algunas tareas de Ia esperanza en Ia sociedad actual.

Los cristianos hemos sido acusados con frecuencia de haber puesto nuestros ojos en la otra vida y haber olvidado ésta. Sin duda, es cierto que una esperanza mal entendida puede conducir a abandonar la construcción del mundo. Sin embargo, Ia esperanza en la nueva  creación no consiste precisamente en buscar y esperar la plenitud y la realización plena de esta tierra. Ser fiel al futuro último querido por Dios, es ser fiel a este mundo hasta el final, sin desesperar de ningún anhelo y sin defraudar ninguna aspiración verdadera humana. Desde esta perspectiva indicamos algunas tareas de la esperanza hoy:

  • Abrir horizonte
  • Criticar la absolutización del presente
  • Introducir el contenido humano en el progreso.
1800 personas participaron del Encuentro Arquidiocesano de Pequeñas Comunidades Eclesiales 2019, realizado en el Centro de Convenciones Cartagena.